sábado, 8 de octubre de 2011

Recapitulando

No puede uno por menos de frotarse los ojos ante la cascada de meditaciones que inunda el blog después de meses de asperísima sequía. Se nota un aire nuevo, desde luego. Insinúa Albertino que si a ir a Madrid nos pudo empujar la curiosidad de saber qué había hecho la vida con cada uno, a ir a Comillas nos ha movido, satisfecha ya aquélla, únicamente el afecto, la gana de estar juntos y de "sentirnos en casa" por usar las palabras de Alejandro. Parece que incluso hemos vencido ese miedecillo que teníamos a proclamar que nos alegramos de vernos. Paco abrió fuego relatándonos por menudo sus desvelos maternales: Ay Virgen Santísima que Mauleón no viene, ay que no llegamos a veinte, ay esos pobres que vienen de tan lejos… Santo varón. Esperamos la nueva entrega, que lo prometido es deuda. Pepe Prieto nos recuerda los hitos culturales del paraninfo. Qué memoria la mía: ya no me acordaba de “Esperando a Godot”. Ramón, por el encuadre de la foto que acompaña a su comentario, se diría que ya en el concierto había previsto la reseña que este pendolista haría días más tarde. Hasta Alejandro sucumbe finalmente a la lírica, no sin antes dejar constancia de quién es la máxima autoridad cuando se trata de discernir los matices infinitos del paisaje cántabro. Y Lino —estas líneas te obligan a contarnos la aventura del torreón—, Lino, muy en su papel de vitalicio número uno de la clase, adelanta tarea metiéndose de lleno en los episodios comilleses. Su descripción de la modalidad ambuloexpectorante de rezar el breviario creada y practicada por el P. Gumer quedará para los restos. Yo era uno de aquellos espectadores retráctiles... ( + )

P.S.: Gracias a Rafael Manero por su diligentísimo y generoso comentario.
Alfonso Fernández Alonso

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alfonso,estamos contentos de que siempre encuentres las palabras para decir lo que todos nosotros pensamos.
En los encuentros de "los del 60 y pico", de los "scholanos" y acompañantes de ambos, pronto pasamos de la curiosidad intranquila y algo temerosa a una expresión de alegría y satisfación, disfrutando de la conversación del afecto y de una amistad añeja.
Que no falten los encuentros, ni tus comentarios, para saber mejor cómo son las cosas en éllos.
ARCADIO FERNANDEZ.