domingo, 10 de junio de 2012

El forastero

Ante todo, me es grato decir que soy un adicto a vuestro blog. Hay comentarios que me hacen reír por su chispa, por la relación que hubo y hay entre vosotros, y muchos otros que me llevan a la sonrisa por los recuerdos que revivís y por la memoria que llevan dentro, que los de mi curso -6ºA- también vivimos dos años más jóvenes.
Y, como quiera que ese traer a la memoria es fundamental para saber quiénes éramos y quiénes nos trataron de educar, creo que tanto Alejandro Rivas, como Paco A. Burón y todos quienes les apoyan escribiendo, comentando y poniendo su pensamiento merecen un homenaje. Esa labor difícilmente puede compararse a otras. Tratar de fusionar a compañeros después de tanto tiempo… es titánica, a mi parecer.
El título que lleva este escrito hace mención a Antonio Moreno León. Quizá no debo ser yo quien cargue, aunque sea la carga bien agradable, con escribir sobre una persona que ya no está y que tanto podría llevarme la contraria con ese deje cantarín de la gente de Puerto Chico y aledaños. También, porque seguro que se me quedan muchísimas cosas importantes en este tintero de la memoria.
Los de su curso pueden hacerlo mucho mejor sin duda. Como ha pasado algún tiempo desde que yo pedía que alguien lo hiciera, y Alejandro dijo Le debemos una respuesta, es por lo que me he decidido a darla yo.
Digo forastero o desconocido porque la vida da muchas vueltas, y lo que fueron sus años posteriores a su salida de Comillas poco se parecen a los anteriores, dentro de la Institución. Le recuerdo allí, encabezando una procesión de marianistas por el medio de aquel pasillo flanqueado a la derecha por las aulas y a la izquierda por aquellos ventanales, único vestigio de vida por dar a un jardín salvaje. Debía de ser en el mes de mayo. Él, circunspecto, iba con una medalla cuyas cintas parecían ahogarle el cuello y, a su vez, le sobresalían más allá de los hombros, tales eran sus dimensiones. Detrás iban otros con cintas menores, y otros aún más pequeñas. Más al fondo, los que no llevaban cintas, sino cordones. Y, al final, los más, que no llevábamos nada. Seríamos los rasos.
Yo, entonces, le veía poco. Muchas veces era porque convalecía de alguna enfermedad. Otras, quizá, porque pertenecía a la Schola y yo no. Pero reconozco que su forma de cantar alguna vez los solos en las misas del Menor me llamaron la atención, Vivo sin vivir en mí… o la melodía Quédate, buen Jesús.
Con la música siempre tuvo querencia. Cada vez que venía desde Brest de vacaciones siempre hurgaba en cualquier casa o lugar en busca de partituras para llevarlas al Instituto en donde era jefe de estudios. Hasta que formó y dirigió un coro Chor’Eole. Con su pasión por el canto, supo conjuntar 41 voces que llegaron a cantar en Muriedas, Cantabria. Y, en cuanto al deporte en Comillas, perteneció a la selección del Menor, de extremo izquierdo.
En resumen, tanto en lo religioso, como en cuanto a la música o en el deporte. No cambió, si bien con respecto a lo primero, se adaptó a los nuevos tiempos. Y hasta aquí, lo referente a su juventud comillense. El traslado del Seminario a Madrid coincide con el difunto obispo conciliar Vicente Puchol Montís que trata de aggiornamentar la diócesis. Esa coyuntura hace que a los de Santander nos sugieran que nos vayamos.
Y así es como comienzo a conocer a Antonio, Chiriti como se le llamaba. Estuvimos en La Magdalena haciendo la Filosofía, en un ambiente de libertad, ciencia y renovación. La terrible casualidad de un gravísimo accidente que tuvimos la que hoy es mi mujer y yo hizo que marchase a convalidar esa Filosofía a la facultad de Comillas en Madrid, curiosamente, no sin antes irnos juntos a trabajar los que íbamos a vivir en Madrid a München, el año de la olimpiada. Y viví con Antonio y otros tres más en Moratalaz. Antonio, también en esa facultad, estudiaba Teología.
Recuerdo el año de la revolución en Teología. Los corifeos, uno de los máximos exponentes era Antonio, traían a teólogos y no teólogos a dar clases cuya entrada era libre. José Mª González Ruiz, Carlos Díaz, etc.
Después, nos casamos y tuvimos hijos. Los íbamos teniendo alternos, es decir, nuestros hijos respectivos son coetáneos sucesivamente. Él tuvo tres; yo, cuatro. Seguimos viéndonos con su mujer Elizabeth. No puedo dejar de recordar las veces que entrábamos furtivamente en el Seminario y recordábamos cosas. Y fuera de él, siempre hacíamos ejercicios de memoria recordando a profesores y a compañeros. Entre éstos, él nombraba mucho a Burón y a muchos más, pero que no debo citarles para no hacer ningún agravio comparativo o mnemotécnico. La verdad.
Perdonad si no son de vuestro gusto mis consideraciones hacia él. A pesar de nuestras desavenencias y discusiones, fuimos muy amigos y de él aprendí sobremanera a vivir la vida, la buena vida, como dice Savater. Un fuerte abrazo.

José Antonio Ricondo

8 comentarios:

Alfonso Fernández dijo...

Amigo Ricondo: Una memoria de refresco siempre es bienvenida. Y más si es memoria con tintero como dices que es la tuya, pues abundan más las ágrafas y alérgicas a la tinta, aunque sea electrónica. Ahora bien,humildemente te pediría, pues eres más joven, que tengas piedad de nuestra decrepitud y no sometas a nuestras achacosas neuronas a pruebas tan arduas como la de conceptualizar la alternancia reproductiva que mantuviste con el bueno de Chiriti. Mi mente humea con esa coetaneidad sucesiva de los hijos respectivos. ¿Asististe, por ventura, a las clases del P. Jesús Muñoz Pérez-Vizcaíno?
Un saludo.
Alfonso

Lino Uruñuela dijo...

Me alegra saber algo más de Chiriti a quien perdí la pista desde Comillas.¡Lástima que ya no esté con nosotros!Respecto a lo de las medallas de la Congregación Mariana yo también fui de los que llevó la grande y no porque fuera especialmente devoto(no me prodigaba en visitas al Santísimo ni pertenecía a la JEM ni iba la Visita Misional, Visita Misional, del Padre Carrascal), tampoco era un travieso diablillo, era un seminarista normal a quien, eso sí, se le daban bien los estudios pero hay un dato importante: el que repartía las medallas era mi hermano Pedro... O sea que eso del nepotismo es algo ya viejo pues existía ya en nuestra más tierna infancia.

Alejandro dijo...

Sobre "lo de" Alfonso: Que como soy ligeramente mayor, no consigo conceptualizar la alternancia reproductiva, pero estoy en ello.
Sobre "lo de" Lino: que no se enteren los de Alfredo que perteneciste a la congregación mariana y ya de paso, que tampoco se enteren de que fue Pedro quien te afilió. Ay... el pasado!
Para José Antonio: quizá sería de interés ponernos en contacto con la familia "francesa" de Chiriti. Seguramente les agradaría saber el buen recuerdo que tenemos todos de él. Creo, incluso que compartísteis una etapa quasi-revolucionaria en Madrid, no?

Paco Burón dijo...

Me alegro que Ricondo te hayas puesto en contacto con nosotros a través del blog. Me gustaría que bien a través de Alejandro o de otro modo me des tu correo o teléfono, pues seguro que tú tienes alguna foto "reciente" de Chiriti, pues nosotros le perdimos el rastro desde que nos "abandonó" en filosofía, ya que la mayoría hicmos un curso sabático de Preu. Cuando decidimos localizar a todos los compañeros de curso, él ya no estaba físicamente con nosotros. Estamos haciendo una orla en la que ponemos una foto de nuestros años de Comillas y otra más reciente donde hay ya poco pelo. Y claro de Chiriti, nos falta una más actual y seguro que tú tienes alguna que nos puedes proporcionar o ponernos en contacto con su familia.
Yo siempre que recuerdo a Chiriti recuerdo su calle Tintín. Y cómo no, formamos un buen equipo en 6º que nos permitió ganar la copa a los teólogos, si bien luego nosotros que nos quedamos en Preu seguimos ganando a todos los equipos de cursos superiores y también a los inferiores.
Y no puedo menos de hacer una referencia a que fui un buen sustituto suyo en la velocidad, pues gané varias veces los 80 metros lisos en las olimpíadas. Yo creo que en blog debe estar colgada la foto de una de mis gestas.
Espero más comentarios de otros compañeros.
Un abrazo,
Paco Burón

José Antonio Ricondo dijo...

Sinceramente, está lejos de haber sido magnífica la forma de mi expresión. Seguramente, y no ha sido mi intención, no he logrado penetrar en esa observación según la cual los hijos propios y los de los amigos refuerzan la amistad y hacen, además, que la transcripción de ese evolucionar conjunto sea más selecta y más sensible. Y de eso no fue responsable Eutimio Martino, sino yo mismo, que no supe sacar el 100% de sus sabias enseñanzas.
Mi intención en vuestro blog no ha sido otra que la de que no se cuaje esa tinta de la memoria. No tuve la fortuna, ni el infortunio, de estudiar con Jesús Muñoz Pérez-Vizcaíno. Ya he dicho que la Filosofía la estudié en La Magdalena, y no era precisamente escolástica, sino más bien proveniente de la Escuela de Francfurt. Las conceptualizaciones se desviaban descomunalmente de las de la anterior.
Muchas gracias, Lino, por tu recuerdo de Chiriti. Me gustaría que me dijeras algo de tu hermano José Ignacio. Éramos del mismo curso. Gracias.
Os quiere a todos un montón,
José Antonio Ricondo.

Alfonso Fernández dijo...

Amigo Ricondo: Como en el primer párrafo de tu entrada aseguras apreciar el tono de humor que habitualmente usamos en el blog, di por sentado que mi comentario iba a ser interpretado en esa misma clave: la del humor, la ironía y el juego de ingenio. Nada más lejos de mi intención querer corregir a nadie. ¿Quién soy yo para tal menester? El blog no es un concurso de redacción, por supuesto, y cada cual se expresa como le viene en gana. Simplemente, en tu manera un tanto enrevesada de "conceptualizar" la dichosa coetaneidad, que me recordó la famosa frase de P. Muñoz que Lino recita de un tirón sin que se le trabe la lengua, vi la ocasión de sacar alguna de esas chispas con las que dices disfrutar. Nada más. Si con ello te he molestado, te pido disculpas, sinceramente. Quédate, al menos, con la primera parte del comentario: con la bienvenida al blog y con mi gratitud por prestarnos tu memoria.
Un saludo.
Alfonso.

José Antonio Ricondo Torre dijo...

Por Dios, Alfonso. Lejos de mí entrar en esas batallas. Además, ya somos mayores, jaja. No sé dónde has podido ver en mí lo contrario. Espero verte alguna vez y seguir riéndonos. Si somos, en general, lo que fuimos, y es verdad, quiero seguir viéndote como en la foto de curso del 66/67. Tienes ya la ironía en la cara, y eso, creo, es bueno para despabilar.

Alfonso, yo solo intentaba que alguien escribiera algo sobre Chiriti, este hombre que tanto ha significado y significa para toda mi familia, mis amigos y yo. Y creo que, de una u otra forma, ándolo consiguiendo.

Pero, por favor, Alfonso, aparta cualquier duda de mi parte sinceramente. Como te digo, no estoy para estas lides, aunque confieso que me gusta el lenguaje corrosivo.

Fíjate, por otra parte, la tarea que me he propuesto, que siempre estará alicorta, precaria y, quizás, simple: recuperar, resucitar la figura, tal como era, de Antonio. ¡Pero, cuánto hubiera disfrutado él escribiéndoos aquí, comunicándose con vosotros! Sin embargo, su despedida se adelantó a este blog.

Alfonso, recibe mi más fuerte abrazo, sincero, y olvídate por favor de cualquier duda que puedas tener de lo contrario.

José Antonio.

Pepe Prieto dijo...

Bienvenido una nueva voz que rompa de alguna manera la endogamia de las mismas voces "corifeas" y más si se trata de dar espacio al recuerdo a los sin voz como Chiriti.
Personalmente guardo un recuerdo entrañable de él , pues en los primeros años lo consideré no como un compañero, sino como un hermano mayor.Su tranquilidad y criterio me sirvieron de gran ayuda en mis primeras andanzas en Comillas para alguien como yo más infantil que él.
Ahí estaba, guardando mi espalda en la segunda fila de contraltos.