No es infrecuente que lo que se improvisa resulte más sabroso que lo preparado a conciencia; a su favor cuenta con ingredientes como la espontaneidad y la sorpresa que suelen faltar en lo deliberado. Sorpresa fue, y sumamente grata, la “fusión” con los veteranos de la Schola. Allí estaban puntuales, bienhumorados, acogedores, plenos de vitalidad, luciendo esa “cruda viridisque senectus” que más de uno con menos años quisiera para sí. El “humus” comillés hizo posible que de inmediato brotase un trato natural, como entre conocidos de toda la vida. Juntos, recorriendo lo restaurado... >>
Alfonso Fernández Alonso (“Ligorio”)
sábado, 24 de septiembre de 2011
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1 comentario:
"cómo el recordar se nos convierte a pesar nuestro en un ejercicio de soledad". Ante tu escrito, amigo Alfonso, uno debe quitarse respetuosa y admirativamente el sombrero. No uso sombrero. Tendré que comprarme uno "en el chino" para poder expresar sin palabras todo lo que me ha quedado temblando en mis adentros, después de leer tu escrito. Gracias. Rafael
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